Sobre este Blog

Buena parte de los pacientes que nos llegan a los analistas junguianos, psicoanalistas, psicólogos, psiquiatras y médicos, padecen de depresión. No es raro que esto suceda si se tiene en cuenta que unos 350 millones de personas sufren de esta enfermedad en el mundo. La depresión reduce la capacidad de las personas para enfrentar los retos de la cotidianidad, y ocasiona el deterioro de las relaciones familiares, laborales y sociales. Dentro de las causas para desencadenarla se combinan múltiples factores: genéticos, biológicos, psicológicos y sociales. También pueden contribuir a gestarla situaciones difíciles de la vida, como los duelos de todo tipo, el desempleo, el abuso temprano, los conflictos familiares. Los tratamientos que se recomiendan son igualmente variados, desde modificaciones en el estilo de vida para los casos más leves, hasta los psicoanálisis (no sólo junguianos), psicoterapias y medicamentos, en casos más severos. A pesar de lo anterior, se trata aún de una enfermedad muy poco conocida. Este blog intenta contribuir a divulgar información sobre ella, desde todos los enfoques; pensamos que una crisis mundial como esta necesita de todo tipo de miradas. Hasta la de humor...

lunes, 26 de diciembre de 2016

La tristeza con manos de hierro

Por María
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El siguiente documento es la transcripción del comentario que hizo una visitante de nuestro Blog y que me tomo la libertad de publicarlo como una entrada más, debido a ser un testimonio tan sumamente honesto, aleccionador y representativo de lo que experimenta una persona afectada por la depresión.
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Hola a todos. Me llamo María, pero podría llamarme Ana, Pedro o Rosa. Da igual. Lo que voy a contar nos puede pasar a cualquiera.

Tengo depresión y también sufro de ansiedad desde hace unos 3 años.

Yo llevaba una vida normal. Tengo una carrera, tengo un buen puesto de trabajo que aún conservo, tengo al hombre de mi vida… Tenía problemas, como todo el mundo, y quiero pensar que esos problemas fueron los que desencadenaron el infierno que vino después. Tuve que hacer frente a unas deudas de mi familia, la presión en el trabajo aumentó y cuando me di cuenta tenía un yugo que pesaba demasiado sobre mi cuello y me derrumbé. 

Empezaron las visitas al psiquiatra, los tratamientos y mis sesiones con psicólogos. 
He de decir que yo he tenido la suerte de contar con el apoyo incondicional de mi pareja, a la que adoro, que me ha soportado en los peores momentos de la enfermedad, que han sido muchos.
Pero supongo que todo esto que he contado ya os lo sabéis.